viernes, 16 de julio de 2010

Reflexiones sobre Tecnovigilancia

El médico, la enfermera, el regente de farmacia, ó cualquier persona que se encuentre vinculada de alguna a manera al sistema de salud, tiene, como parte esencial de su trabajo, que enfrentarse al dolor humano, a la enfermedad y a la muerte. De allí, derivar los ingresos económicos, para obtener el equilibrio y el bienestar al que tanto el funcionario, como su familia tienen justo derecho, y sin el cual no sería posible progresar como profesional y como ser humano.

Dicho de otra manera, en estas profesiones, vivimos del dolor humano. Si no hay dolor, si no hay malestar, tanto del cuerpo como del alma, no hay enfermedad. Si no hay enfermedad, no se justifican ni la medicina ni los médicos, ni las enfermeras, ni los regentes, Entonces, cómo se puede ejercer estas profesiones, sin una determinación férrea de respeto al otro como legitimo otro. Creo que asumir las normas y más allá de ellas, no es una cuestión de legalidad, sino de humanidad, Dignidad y verdad.

Es importante que nosotros como futuros regentes de farmacia, siempre tengamos muy claras las políticas y normatividad vigente en farmacia y esta profesión. Las normas y los programas sobre Tecnovigilancia, farmacovigilancia y demás, buscan la protección del usuario y el mejoramiento de la calidad del sistema general de seguridad Social en salud. Nosotros como parte del sistema, debemos aportar desde un conocimiento aplicado a la norma, una postura critica y unas prácticas éticas, para cada día ir mejorando los procesos en el servicio farmacéutico, contribuir a la educación comunitaria y alcanzar una mejor calidad del sistema en general.

Somos parte importante de este gran rompecabezas, tenemos la autonomía, conocimientos teórico- práctico, necesario para responder a la altura de las exigencias actuales, para los servicios farmacéuticos.

Soneto de Sor Juana Inés de la Cruz, una monja humanista que vivió en México entre 1651 y 1695, y que de alguna manera puede servir de complemento, para una mirada mas humana a la enfermedad y la muerte, pues son realidades que tendremos siempre cerca y con mayor razón, cuando hemos optado por esta vocación profesional.

Rosa divina que en gentil cultura
eres con tu fragante sutileza
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura,

amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura:

¡cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego, desmayada y encogida,
de tu caduco ser, das mustias señas!

¡Conque, con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas!

Artículo escrito por:
NELLY GÓMEZ ZULUGA

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